Villaescusa de Haro, uno de los pueblos de la Cuenca manchega más entrañables y con un olor especial a cultura y naturaleza
Tierra dura, de molinos, sudor y rica historia. Pueblo escaso en gente, con grandes edificios que le dan a su conjunto un carácter monumental y sosiego manchego
Iglesia parroquial de San Pedro, de planta de salón, típica iglesia columnaria del siglo XVI, frecuente en los territorios de la Orden de Santiago
Cuerpo de tres naves, con el central más ancho, lujosa portada con las esculturas de San Pedro y San Pablo
Palacio de los Ramírez, fachada y cuerpo principal del s. XVII. Hoy, Ayuntamiento y centro integral de servicios de la villa
También llamada Casa Grande. En su interior se conserva un patio porticado
Iglesia del Convento de Justinianas, s. XVI. Hoy ermita del Santísimo Cristo de la Expiración
Plaza Mayor
El Pósito, del s. XVI, cuya fachada cierra el fondo Oeste de la plaza. Muestra el escudo episcopal de D. Diego Ramírez, en el centro, y portada lateral con arco de medio punto moldurado. En su interior conserva importantes artesonados
El blasón episcopal de D. Diego Ramírez se ve reflejado en distintos rincones
Arco de la Villeta y entrada a la plaza
Antigua panadería y carnicería municipal del s. XIV
Fuente de San Pedro, conocida popularmente como “la fuente romana”
Óculos laterales. Se especula con su origen romano, si bien la documentación existente la fecha en 1549
Antiguos lavaderos públicos
Abastecidos por el mismo manantial de la "fuente romana", también del s. XVI, se conserva esta maravilla monumental
Ermita de Santa Bárbara
Convento de los Dominicos de la Santa Cruz
Fundado por D. Sebastián Ramírez de Fuenleal en el año 1.539, recién venido de América. Él mismo compró el solar y aportó los medios económicos necesarios para el inicio de la construcción de este magnífico edificio, que en su día fue calificado como uno de los mejores de la Orden Dominica en España, una vez concedida la Real Cédula del Rey Carlos I
Los restos conservados de este antiguo convento de Dominicos de la Santa Cruz muestran sólo una pequeña parte su antiguo esplendor, como los suntuosos restos de su antigua iglesia con una portada renacentista decorada con escudos orlados de guirnaldas y santos dominicos
Su decadencia se fraguó en el s. XIX. Durante la Guerra de la Independencia sirvió como cuartel de las tropas francesas, siendo ocupado por el general Fontayne
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